Voto matrimonial

Sin darse cuenta, agachó la cabeza. Pero el gesto le resultó exagerado y prefirió mirar al frente. No tenía nada que ocultar pero tampoco quería que su escepticismo fuera evidente. Se distrajo mirando todas las cabezas gachas, los sobreros desplumados de colores estridentes y los vestidos de corte estival que tanto desentonaban en la capilla gélida de ventanales gigantes.  Una voz que buscaba exaltar los ánimos se perdía a  lo lejos como el maullido incesante de un animal extraviado sin lograr despertar su curiosidad. Las pocas palabras que le llegaban no lo conmovían. Después de todo, no se había despertado con ánimo de replanteos. Sabía que tarde o temprano, las respuestas se le revelarían como una sucesión errática de epifanías, pero todavía no había decidido ni cómo ni cuándo y esperaba que el misterio se resolviese solo.